jueves, 14 de agosto de 2014

LA TEORÍA DEL TETRIS

          No parece claro que el modelo de instrucción comúnmente establecido sea el que vaya a permitir obtener los logros que el alumnado debe adquirir.  El proceso de enseñanza basado en la clase magistral o en el desarrollo de unas unidades mediante explicaciones acumulativas supone un peso difícil de levantar por parte del estudiante.

                Las posibilidades de un buen rendimiento se reducen cada vez más porque el modelo de sociedad en que ellos viven tiende a separarse del modelo de enseñanza tradicional.  Hay que insistir en la importancia de la perseverancia, del trabajo diario y continuo, de la paciencia de los tiempos lentos.  Pero también debemos entender que en el mundo las cosas funcionan de otra manera y que hay que encontrar el punto de intersección entre ambos modelos.

                La sociedad capitalista, basada en un atroz consumismo, genera modelos de usar y tirar, no solo en cuanto a adquisiciones materiales, sino también en cuanto a percepciones, sensaciones, estados de ánimo.  Es evidente, entonces, que aquello que el alumno acumula de cara a un examen lo tira a la basura en pocos días.  Lo impone el modelo consumista, pero también la necesidad de dejar hueco en la cabeza para exámenes posteriores.

                Todo apunta a que el modelo de examen seguirá vigente como arma instrumental básica en la evaluación y calificación de los alumnos, incluso el modelo se sigue extendiendo por la presencia de algunas pruebas externas (y las que están por venir).  Así las cosas, pedir a un alumno de 2º de Bachillerato que aprenda es una entelequia puesto que su cabeza y, habitualmente también la del profesor, está puesta en la Selectividad.  Cuanto antes se adelanten este tipo de pruebas también se adelantarán las ansiedades y los vicios vinculados al modelo memorístico o simplemente resolutivo, aquellos que resultan eficaces para salir adelante.

                En realidad, lo único que hace el alumno es acumular datos, sin ordenarlos, sin clasificarlos, sin relacionarlos entre sí y, en muchos casos, sin comprenderlos.  La mayor parte de ellos prefiere estudiar solo el día o los días inmediatamente previos a la fecha del examen que hacerlo a largo plazo porque piensan que todo lo que hagan se les va a olvidar.  Comprenden, correctamente, que el modelo educativo actual (el de siempre) les exige devolver lo que han recibido, sin necesidad de elaborar nada por su parte.  Por desgracia, así es en muchas ocasiones, pero no siempre y tampoco en todas las materias por igual.

                El modelo de estudio debe primar el trabajo individual y diario o, cuando menos, semanal.  La recompensa a ese trabajo ya supondrá un acicate para realizarlo pero, al mismo tiempo estará poniendo las bases para la adquisición de los correctos aprendizajes.  El “modelo del tetris” significa que, cuando alguien adquiere conocimientos pero no lo hace de manera significativa, si no los interioriza y los hace propios, los va acumulando sin encontrar un significado.  Es como, cuando en el juego, las piezas se amontonan unas encima de otras sin permitir encontrar resquicios y sin otra salida que el apilamiento en filas hasta la derrota.  O lo que es lo mismo, acumulación de datos inservibles hasta que la cabeza explota o hasta que, tras muchas horas de estudio, no se encuentra una clara visibilidad y el resultado final es el fracaso escolar.

Uno de los retos actuales del profesor es saber poner al alumno ante los datos que está recibiendo para digerirlos correctamente.  Que no se atragante con ellos y que no acumule filas por no saber colocar cada pieza en su lugar.  Es importante la interrelación de los contenidos, es necesaria la relación interdepartamental para que el alumno sepa que las materias están también relacionadas entre sí.  Cada contenido ha de ocupar un lugar en la cabeza del estudiante, aquel que esté próximo a otros que ya conozca y que, a su vez, se habrá situado ahí por afinidad con otros conocimientos anteriores.  Todo esto solo se consigue con el trabajo constante mediante la utilización de las herramientas adecuadas en cada momento del proceso de estudio.

No es tarea sencilla, pero es factible la posibilidad de crecer desde las primeras etapas como estudiante, utilizando unos saberes prácticos y constructivos.  En todo caso, ahí radica la razón de ser y la magia del magisterio, en mostrar a cada muchacho el camino adecuado para crecer, a su manera, pero rectamente.