domingo, 23 de septiembre de 2012

"Un buen plan" para algunos


                Escribe en la edición de hoy de ABC Manuel Martín Ferrand, a propósito de la reforma educativa, en un artículo que titula “Un buen plan”.  Empieza así:

                “Quienes aseguran que para mejorar la educación se precisan más profesores y recursos se equivocan o tratan de confundirnos.  Todos cuantos estudiamos el bachillerato en los años cuarenta y cincuenta […] adquirimos más conocimientos que quienes, superada la Transición, se enfrentaron a un proceso degenerativo de la enseñanza cuyos frutos están a la vista”.

                Debe ser por eso que España fue cabeza mundial en aspectos como la ciencia y la investigación o que, aparte de sol y playas, había tanto que exportar.  Debe ser que el rezo obligatorio para todos los alumnos en todos los centros o el castigo corporal son métodos ejemplares y no el respeto a la integridad del alumno o la educación laica (que, dicho sea de paso, está muy lejos de nuestras aulas aún hoy día).  Debe ser que el método memorístico es más útil que el aprendizaje significativo: sí, ustedes sabían las capitales de Mongolia y de Liberia, que seguramente les habrán sido muy útiles en la vida, frente a nuestros alumnos que pueden ejercer su capacidad crítica y comprensiva, que no repetitiva, para seguir el hilo de las clases.

                Y continúa de la siguiente manera: “Wert trata de devolverle el rigor y la exigencia a la enseñanza […]. Acierta al pretender la excelencia y diversificar los caminos posibles en función de las capacidades y gustos de los alumnos.  Siempre será mejor, más provechoso para ellos y sus familias, que se les “expulse” por su falta de rendimiento que sea la vida, ya en la edad adulta, quien les arrumbe con fracasos laborales y vitales sucesivos”.

                También podemos pegarles una patada en el culo y enviarles directamente a Somalia, así nos quitaríamos un problema de encima.  Creo que jamás he leído tamaña barbaridad (y mira que es fácil encontrarlas) en la prensa.  Sobran más comentarios.

 

domingo, 16 de septiembre de 2012

EL MONOLINGÜISMO DE INMERSIÓN LINGÜÍSTICA Y EL BILINGÜISMO REAL


Corren tiempos extraños en la educación, avanzamos hacia unja nueva legislación y sabemos sin saber si esta vez modelo legal y realidad van a empezar a entenderse.  Por ahora, seguimos inmersos en la lucha por defender los valores y los conocimientos básicos ante todo lo que nos acecha, tanto más de la propia dinámica interna (obsesiva influencia del inglés en nuestras aulas, falso desarrollo tecnológico con programas desajustados a la realidad del aula y de los grupos de clase, recortes, desorden administrativo, caos, desmotivación, etc.), como de los elementos externos incontrolables (el aprendizaje no formal que adquieren los alumnos a través de los diferentes medios tecnológicos y de los chascarrillos callejeros).  Vamos a centrarnos de forma concreta en esa supuesta necesidad del dominio del inglés.

            Las sociedades pueden considerarse bilingües conforme a la capacidad que tengan para relacionarse en dos lenguas diferentes los hablantes que la componen.  De este modo, la sociedad catalana es bilingüe porque su población entiende, habla, lee y escribe tanto el catalán como el castellano, a la sazón las dos lenguas cooficiales con que cuenta el territorio.  De la misma manera, podemos considerar a las sociedades nórdicas como bilingües, si no plenamente, sí de hecho en relación con la mayoría de sus habitantes, que son capaces de realizar las cuatro operaciones antes mencionadas en su lengua materna y en inglés.  La diferencia con respecto al caso catalán es que estos Estados no reconocen oficialmente el inglés como lengua oficial y, por tanto, su uso no se exige al conjunto de su población.

            La sociedad española, por mucho que les pese a algunos, pero igual que la inglesa y la francesa, es monolingüe.  Y el motivo es el mismo: se trata de países con una gran entidad imperialista en un pasado que les llevó a difundir enormemente su lengua, de forma que su potencia internacional es suficiente como para no depender de lenguas extranjeras.  El problema español es que, a la larga, las lenguas se imponen conforme a la fortaleza en las relaciones políticas internacionales de los Estados que las hablan.  Estados Unidos, Reino Unido y Francia ocupan un lugar preeminente en la escena internacional, lo que lleva al desarrollo de su lengua en los foros internacionales.  El castellano no se utiliza en esos encuentros y tampoco en las empresas multinacionales más importantes, de modo que no es una lengua puntera en el mundo del trabajo, pero recordemos que es el idioma hablado oficialmente en más países y con hablantes (debido a la inmigración) en los lugares más insospechados del planeta.  Entonces, ¿hemos de renunciar a nuestra lengua y tender hacia un bilingüismo forzado solamente porque el castellano no es competitivo en las relaciones laborales con carácter universal?

            Me parece un pobre argumento.  La tendencia al bilingüismo es buena alternativa para cualquier individuo puesto que le abre puertas y le permite comunicarse con más gente en diversos puntos del planeta.  Habida cuenta de la enorme extensión de la lengua inglesa, esa capacidad se multiplica.  Sin embargo, un individuo no es más ni menos por dominar dos lenguas y, por supuesto, tiene un problema si el afán por alcanzar ese bilingüismo forzoso le lleva a contraer retrasos en su lengua materna.  Estas deficiencias pueden presentarse de dos maneras:
<!--[if !supportLists]-->·        <!--[endif]-->En los niños, que tardan mucho más en aprender a hablar, en mejorar su vocabulario y en asimilar estructuras sintácticas.  El lenguaje es un elemento consustancial al ser humano, el primero en cohesionar a los grupos allá por el Paleolítico Superior.  Este retraso en la maduración del lenguaje puede conllevar en el niño otros retrasos de tipo cognitivo, intelectual y motriz, que le costará años conseguir reeducar.  El bilingüismo natural, aquel que existe diariamente en la calle no ejercerá un retraso tan acusado porque ambos lenguajes se asimilan sin dificultad.  En cambio, el bilingüismo forzoso actúa de manera antinatural sobre el aprendizaje.
<!--[if !supportLists]-->·        <!--[endif]-->A lo largo de la vida son comunes las confusiones sintácticas y gramaticales de todo tipo en las personas que manejan más de una lengua.  Cuando esas lenguas van a ser utilizadas diariamente, bienvenidas sean esas desviaciones, pero cuando tratamos de forzar la situación, lo más probable es que el individuo ni sea plenamente bilingüe ni sea capaz de manejar con acierto su lengua materna.

            Se tratará la cuestión de las lenguas más adelante, pero por ahora planteo una conclusión: las lenguas forman parte de la cultura de un territorio, y como tal debemos dejar que fluyan libremente, sin imposiciones.