El 23 de octubre de 2005, Ángel Hernández Martín, Licenciado en psicología, escribía así en el Diario El País:
"La familia es un ámbito privado donde los padres y las madres tenemos la responsabilidad, el derecho y el deber de educar a nuestros hijos. Debemos desterrar definitivamente la idea de que los hijos son propiedad de sus padres. La sociedad en su conjunto debe responsabilizarse de asegurar las condiciones adecuadas para el desarrollo integral de los más pequeños aquí y ahora, pues éstos no son ciudadanos de futuro, sino de presente. Viven, piensan, sienten, son y están hoy, no son una inversión de futuro.
La utilización del castigo físico está relacionado con la falta de recursos educativos de los padres / tutores, con la banalización e interiorización de la violencia, con la frustración de los adultos ante situaciones para las que no se han preparado suficientemente. Los padres no podemos ni debemos delegar nuestra responsabilidad, elegida en la mayoría de los casos, de educar a unos hijos que hemos decidido traer al mundo, y no podemos abusar de nuestra posición de poder. Si nos preparamos para ejercer nuestras responsabilidades profesionales, ¿Por qué damos tan poca importancia a una función vital como es el ejercicio de una paternidad responsable?".
El texto circula en torno a la idea de la erradicación de la violencia en cualquier función educativa, desde la escuela hasta la propia casa. Pero, más allá de esa apreciación, habría que detenerse en la cuestión que cierra el texto. Creo que una educación responsable se lleva adelante mediante un método suave: a más serenidad y prudencia, mayor calma se transmite y se proyecta hacia los muchachos. El problema es que muchos creen que la educación sirve para alzar al educando hacia una salida profesional, cuando dicho elemento es solo uno de los muchos objetivos que nos planteamos los educadores. Antes que generar profesionales, estamos para ofrecer ciudadanos adaptados al mundo en el que viven y suficientemente respetuosos con su entorno, con sus congéneres y consigo mismos.
Solo así, tendremos profesionales, no solo aptos, sino también responsables; conductores que no solo conducen sino que también circulan; seres humanos que no solo se mueven en busca de su interés y de su placer sino preocupados por la convivencia; y padres que no solo traen hijos al mundo sino que edifican unos criterios de vida a sus vástagos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario