Llamativa portada la del diario La Razón en su edición de ayer, domingo
9 de diciembre de 2012, cuyo gran titular anunciaba un “suspenso” para
referirse al actual sistema educativo.
En esta misma portada se muestran los resultados de una encuesta
realizada a alumnos recién finalizado el Bachillerato (no sé qué quieren decir
porque el curso terminó hace seis meses) que refleja su clara ignorancia en
relación con cuestiones supuestamente fundamentales sobre la geografía y la
historia de España.
En relación con la geografía, hace
saber que un 55% de los citados alumnos desconocen que el Ebro nace en
Cantabria y que un 65% no sabe que el
Mulhacén, en Sierra Nevada, es el pico más alto de la Península Ibérica. Respecto a la historia, muestra que un 50´7%
desconoce que las últimas colonias se perdieron en 1898. En páginas interiores ofrece la encuesta
completa. Me llama la atención una de
las preguntas acerca de los ponentes que tuvo la Constitución de 1978, para
destacar que solo un 5% conocía la respuesta correcta (siete).
A decir verdad, no encuentro una
conclusión clara; parece que estos resultados intentan demostrar que la Generación LOGSE es mucho menos cultivada
que las anteriores y que la educación en este país no camina por donde debería. Pero lo que menos claro me queda es si, en
realidad, ese desconocimiento puede ofrecernos las conclusiones a las que el
diario pretende hacernos llegar. Para
ello, es necesario determinar qué contenidos son realmente importantes para el
conocimiento permanente de los alumnos y qué otros son una simple acumulación
de datos. Podemos desgranar cada una de
las cuestiones planteadas:
En relación con el río Ebro o con el
Mulhacén puedo asegurar, como profesor de Geografía e Historia, que ahora se
habla de ellos más que antes. Pero,
mientras antes era fundamental adquirir este conocimiento de nuestra España,
continente único y centro del universo, ahora los muchachos han de aprender
otras muchas cosas, la mayor parte de las veces más interesantes para su día a
día, tanto actual como futuro. Hay que
recordar dos características fundamentales que los contenidos han de poseer
para ser verdaderamente relevantes: uno de ellos, es su significación. Aprendizaje significativo significa construir
aprendizajes a partir de otros preexistentes.
Las cuestiones del Ebro y del Mulhacén no pueden ser significativas puesto
que no se sustentan en ningún otro conocimiento previo aunque, no por ello, sean
aprendizajes baladíes. El alumno solo
entiende este aprendizaje como significativo si se circunscribe a su realidad,
motivo por el cual, solo serán trascendentales para los alumnos cántabros (o en
todo caso, del Corredor del Ebro) y para los granadinos.
La otra característica fundamental
es que han de ser constructivos. Por
tanto, el aprendizaje, no solo se basa en otros conocimientos previos
(significativos) sino también en el hecho de sustentar otros superiores
(constructivismo). De nuevo, las
cuestiones tratadas no alcanzan el carácter de prioritario.
El maestro de otrora se enorgullecía
cuando escogía a su mejor alumno para mostrarle al inspector lo bien que sabía,
y sin inmutarse en absoluto, el lugar de nacimiento del río Ebro, los lugares
por los que pasa, todos sus afluentes y el lugar de su desembocadura. Hoy, algunos lo hacemos cuando comprobamos
cómo los chicos han aprendido la importancia de las aguas dulces en general, y
en nuestro país en particular. Del Ebro
nos interesa el valor de su caudal, la riqueza agraria e industrial que genera a
su paso, los climas asociados a él en relación con su singular recorrido. Y todo ello, vinculado a la relación
humana. Del Mulhacén y su emplazamiento nos
interesa la importancia de la creación y mantenimiento de un Parque Nacional y
su observación para comparar el paisaje de su entorno con el de otros picos o
para analizar la vegetación escalonada en pisos. Es decir, tiene más valor educativo el amplio
carácter procedimental que se puede extraer a partir de un concepto que el
conocimiento memorístico de otros conceptos vinculados a él. Y por supuesto, si interrelacionamos ambos
elementos para crear una realidad, estamos generando sensaciones que le llegan
al educando. Recientemente hablé a los
alumnos de forma emocionada acerca del resurgimiento de los ojos del Guadiana
por las Tablas de Daimiel veintiocho años después, y los chicos lo celebraron:
caudal de un río y Parque Nacional, dos en uno, y los chicos felices por sentir
que de forma sincrónica a su estudio pueda estar sucediendo algo así.
Es
obvio que un alumno debe saber que el Mulhacén es el pico más alto de la
Península Ibérica. Pero habrá que
plantearse el objetivo de su trascendencia.
En este caso, por base cultural (no tanto por aquello de la cultura
general) y por necesidad formativa, que no sumativa de los conocimientos. Y, por supuesto, es secundario saber que se
halla en Sierra Nevada o que el Ebro nace en Fontibre.
Respecto a la Historia, su verdadera
importancia pasa por aspectos como el mejor conocimiento de nuestro entorno, de
los comportamientos humanos en general y del punto de vista del otro; la
formación continua a partir de la lectura e interpretación reflexiva de los documentos;
el carácter causal de los acontecimientos; o el carácter formativo básico para
conseguir avanzar como seres humanos en sociedad. Así, la pérdida de las colonias habrá que
enmarcarlas dentro de una coyuntura concreta, en la que, y como consecuencia,
la literatura, la filosofía, la sociología o la misma geografía están
interrelacionando con el acontecimiento en sí.
Si aquello sucedió en 1898, un año antes o uno después es absolutamente
prescindible. El conocimiento de la
coyuntura histórica del momento en que se enmarca no lo es. Los personajes, las fechas, las batallas, los
hechos puntuales, forman parte del acontecimiento histórico, que pierde por completo
su valor si no lo incluimos dentro de una coyuntura y ésta dentro de un proceso,
y así hasta la sucesión de éstos que dan lugar a la conformación y desarrollo
de las civilizaciones. Por supuesto la
otra cuestión, no merece comentario.
Desconocer todo esto es seguir
enseñando como en la posguerra, esperar que los chicos aprendan de memoria es
acumular conocimientos pero no saberes. Adaptar los conocimientos necesarios de forma
significativa a la vida de cada uno, ofrecerlos de manera reflexiva y utilizar
una metodología dinámica es aprendizaje.
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